Descripción
Muy pronto comprendieron que nadie entendía un caso como el de Edgar. Niños como él sólo aparecían en los libros de mediciana e incluso esos casos eran diferentes en un sinfín de detalles del de ese niño que movía los labios cuando quería mamar y agitaba las manos en el aire cuando le cambiaban los pañales que olía vagamente a harina fresca y tenía el sabor del mar que se dormía en los brazos de sus padres y después al despertarse comparaba con asombro sus caras con el éter de algún mundo distante.