Descripción
Te cuento, Rosaura, que cuando llegué por vez primera a Santaégida si no reconcía el pavimento de sus calles no era porque nunca hubiese estado antes. Es verdad que no conocía sus jardines, ni el paseo del Parque Central, ni siquiera la playa ni la iglesia; pero no era el hecho de no haber estado nunca lo que me desorientaba, sino algo sutil y que tiene que ver con el reverso de las cosas.