Descripción
Un río de aguas amarillas que fluyen lentamente, unos sauces cuyas ramas se mecen a impulsos de la tibia brisa de agosto y cuatro niños que juegan a los grandes hombres, como lo hacen, sin duda, las personas mayores. Cuatro niños de voces agudas, inocentes, ardorosos, y que ni siquiera sueñan con las obligaciones y el cansancio que a los caurenta y cinco años pesarán sobre ellos.