Descripción
Cuando en 1949 la Academia sueca otorgó el premio Nobel de literatura a William Faulkner no hizo más que consagrar la celebridad de uno de los autores más leídos y admirados de nuestro siglos. Y es que en Faulkner hay algo más que un estilo inconfundible fruto de innovaciones narrativas que venían a emparejarse desde otra perspectiva con las de Proust y Joyce: hay la violencia emocional y el vigor ético de un mundo imaginario que es auténtico compendio de la viva realidad y por lo tanto tiene significación universal.