Descripción
Durante toda la noche oyó la tos del lobo enfermp y, de vez en cuando, el mugido de los jóvenes caribúes. La vida estaba allí, pero una vida fuerte, resistente y llena de salud. Sabía muy bien que el lobo enfermo seguía los pasos del hombre enfermo con la esperanza de que el hombre muriera primero. Por la mañana, al abrir los ojos, advirtió la mirada ávida y hambrienta del lobo.