Descripción
A través de su probada capacidad de observación y de su sorprendente facilidad para recordar anécdotas, pintadas, partes de radio, juicios por blasfemias, casos prácticos de moral doméstica en la asignatura de religión, veraneos interminables de balneario y cuerpo de casa o epitafios tan crueles e increíbles como ése que dice «¡Marianita! Nos dejaste a los tres meses. ¡Qué pronto empezaste a darnos disgustos!», Carandell trata de demostrar que «la dictadura sigue instalada en las costumbres españolas. Los ciudadanos de este país no se han desprendido aún de sus tics franquistas. La nueva técnica dictatorial se basa en el poder fascista de la economía, que ha suplantado a la política como actividad de dominio: los que mandan han olvidado a la persona y le han traspasado el miedo a las cifras bombardeándoles con datos económicos».