Descripción
El pene de mi padre medía treinta centímetros y medio. Así comenzaba una primera versión de las memorias póstumas de J. R. Ackerley. A pesar de que su autor había disfrutado toda la vida sorprendiendo a amigos y lectores con comentarios y detalles de este tipo dichos con un rostro vacío de toda expresión o escritos con el más elegante y límpido de los estilos es probable que incluso él juzgara que tal fidelidad en la descripción podía resultar demasiado escandalosa.