Descripción
El impuesto en Roma, empezó por no existir, aseveraba el libro de texto famoso. Algo parecido podría decirse de la afición al Arte nuevo en la capital de las Españas. Con la diferencia de que romanos provectísimos recordaban la cara de sus difuntos bisabuelos al pagar, con puntualidad mayor o menor, un diezmo al erario; mientras el gusto madrileño por las manifestaciones de aquel arte contará un par de años todo lo más; digamos que unos pocos meses, para no caernos de optimismo.