Descripción
La pequeña agencia bancaria de Childon tenía sólo dos empleados: Alan Groombidge el contable de treinta y ocho años al que por deferencia llamaban director y Joyce una joven cajera que solía comer en un pub cercano cuando a esa hora cerraban la oficina. Era en alguno de esos momentos de soledad cuando Alan después de llenar con fajos de billetes sus bolsillos se entregaba a la fantasía de pensar en lo que podría hacer con el dinero: un sueño que lo llevaba lejos de una esposa dos hijos y una suegra a los que sólo le unía la rutina doméstica. Treinta mil libras podían costearle un año de independencia pero Alan -no por lealtad al banco sino por miedo a ser descubierto- nunca las cogería.