Descripción
Se lo había advertido muchas veces su madre cogiéndole la mano con fuerza. No vuelvas. Se lo repitió en su lecho de muerte con un tono casi suplicante aunque ella nunca le hubiera mostrado deseos de hurgar en el pasado. Todavía habrían de transcurrir varios años más de su vida gris de enfermera para sentir la llamada de la aldea que conoció de niña y de la que no tenía otro recuerdo que un puñado de fotografías de color sepia. Pero una vez alli descubría que la pureza de los orígenes es sólo una apariencia.