Descripción
En el mundo siempre ha habido relaciones perfectas, verdaderas, profundas, satisfactorias y excitantes, pero han sido sumamente raras y de corta duración, por lo general. En la literatura romántica se nos presentaban unas relaciones ideales y anheladas, intensas y espontáneas, que vencían todos los obstáculos iniciales y que acababan siempre de una de las dos maneras posibles: o bien morían los dos amantes en la cúspide de su pasión (Tristán e Isolda, Romeo y Julieta, Elvira Madigan), conservando e inmortalizando así la intensidad de su compromiso, o bien vivían felices y comían perdices, frase con la que terminaba el relato para no aburrir al lector con los detalles mundanos y las repetitivas circunstancias cotidianas de la vida matrimonial.