Descripción
Tener un hijo es relativamente fácil. Ser padre, no. No lo es porque nadie te prepara para ello y nadie te enseña cómo hacerlo. Como mucho te dicen aquello de que tienes que aprovechar para dormir porque luego no lo podrás hacer o te aconsejan que aproveches su infancia porque crecen rápido; pero a la hora de la verdad, todo se pone patas arriba quieras o no, porque un bebé es un ser totalmente dependiente, que podría incluso definirse como egoísta si tenemos en cuenta que solo piensa en su bienestar y poco le importa que las ojeras nos lleguen al suelo. Dicho así suena negativo, un comportamiento a modificar mediante una educación basada en enseñarle que no puede tenerlo todo en la vida. Sin embargo, si no nos quedamos en la superficie, si miramos más allá, podemos llegar a comprender que todo lo que un bebé puede llegar a hacer no es más que una segunda oportunidad que nos da la vida para entender quiénes somos, de dónde venimos y qué es lo realmente importante. Por eso, al nacer mi hijo mayor, que ahora tiene 11 años, decidí esforzarme en entender su manera de ser y decidí abrir mi mente a la posibilidad