Descripción
Nadie escuchaba a los magos. Los altivos y hermosos atlantes preferían vivir despreocupados gozando de las delicias de su patria. Sin embargo no quedó piedra sobre piedra de las pulcras ciudades ni de los magníficos templos y el esbelto minarete de cristal del palacio del rey Avallach se rompió en mil fragmentos.