Descripción
En realidad, nada debería sorprendernos nunca. Todos los presagios están allí en el pasado, ignorados o rechazados, y por eso más destructores cuando al fin se cumplen; como un matrimonio que se rompe súbitamente por la carencia de algo en años previos, algún tenue fantasma que en su momento no quedó exorcizado en el lecho, y que un buen día se alza revistiendo un aspecto brutal debido a los años de espera.