Descripción
A la señora Bengtsson le encanta ser ama de casa y para ella el mejor momento de la semana llega cuando puede servirse un vaso de vino blanco y pasearse por su inmaculado hogar con las zapatillas satinadas de tacón que tienen pompones en la punta. Su vida parecía destinada a transcurrir entre bollos de canela aspiradoras y cursillos de caligrafía hasta que un fatídico día decidió darse un baño y usar el hidromasaje y eso lo cambió todo. Era un martes cualquiera y la señora Bengtsson murió.